Las actitudes sistemáticamente negativas y hostiles desempeñadas por la odiadora de la reacción Laura Zapata ejemplifican la vileza que produce la conjunción de la mediocridad y el odio.
El desafortunado tuit «Malditos sean todos y su descendencia» la colocan como la peste emocional (Whilhem Reich) de las redes sociales.
Haters gonna hate es una sentencia utilizada para indicar que, sea cual sea el motivo, los odiadores siempre van a odiar. En este sentido, la frase formula uno de los principios de la mentalidad de un hater, que es que, sin importar la causa, la razón de ser de los haters es odiar. No sólo es una odiadora sino una mediocre que encaja perfecta en su definición.
Quiere ser todo a la vez: Actriz, luchadora social, crítica del gobierno, representante de la sociedad civil, Mexicana indignada, política, Candidata del PAN a la Diputación Federal, apartidista, twitera y hater; pero su estrechez de miras la condena en todo a la mediocridad.
Su conformidad con la corrupción, la represión y el saqueo de las administración pasadas de nuevo, la condenan a la mediocridad, su silencio convalida lo antes vivido.
No hace falta más que decir, la respuesta ante el inaceptable twuit, se la dejó al escritor Andrés Manuel López Obrador:
«El paradigma que estamos construyendo se basa en la convicción de que es más fuerte la generosidad que el egoísmo, más poderosa la empatía que el odio, más eficiente la colaboración que la competencia, más constructiva la libertad que la prohibición y más fructífera la confianza que la desconfianza. Tenemos la certeza de que los principios éticos y vanguardistas de nuestro pueblo son las claves del pacto social y del modelo de desarrollo para México que está renaciendo tras la larga y oscura noche del Neolibelarismo».