Deshumanización frente a la pandemia

Porlaredaccion

25 de mayo de 2020

Durante algunas semanas recorrí entre mis lecturas algunas teorías filosóficas donde encontré a Hobbes decir que el ser humano es malo por naturaleza y Rousseau, por el contrario, que era bueno. Sin embargo, algunos psicoanalistas como Freud afirman que la naturaleza humana contiene la potencia o facultad tanto de ser bueno como malo.

A nivel mundial

Estamos casi a la mitad de lo que pareciera uno de los años más difíciles a consecuencia del entorno económico y financiero ocasionado por una pandemia inesperada en gran parte del mundo, lo que ha ocasionado el cierre de empresas y olas masivas de desempleo. Entre las cosas que salieron a flote fueron sistemas de salud debilitados, carentes de insumos, equipos y personal, hasta cuotas inalcanzables de tratamientos y hospitalización para varios sectores de la población, e hizo más visible a los invisibles debido a la desigualdad en donde se muere de hambre o se muere por COVID-19 y donde el aislamiento no es posible, generando que las cuarentenas se vayan alargando sin poder lograr una pronta reactivación económica, así como los problemas por los que atraviesan varios países por tener población con enfermadas crónicas derivadas de una mala alimentación y hábitos, y hoy en día sea esa misma población la que necesita más equipos de ventilación para salir avante, o en el peor de los casos, serán parte del grueso de la estadística de las defunciones que está dejando a su paso la pandemia.

Las otras cifras que envuelven a México

Ante la crisis de COVID-19, en México se han documentado en las últimas semanas, de enero a marzo de 2020, 67 mil 081 llamadas de emergencia consideradas como incidentes de violencia contra la mujer. Por otro lado, de acuerdo a las declaraciones del Sector Salud se registraron 47 agresiones contra médicos y enfermeras en por lo menos 22 estados de la República al primero de mayo.

Pareciera que gran porcentaje de la población en México se engendró con un gen de maldad.

Cuando inició la pandemia leí muchas reflexiones que inundaban las redes sociales, así como videos y mensajes que llegaban vía WhatsApp, por amigos que viven en diferentes regiones del país donde el virus llego primero, en esos mensajes se dejaba entre ver que filosóficamente el deseo de una evolución del ser humano de manera positiva y empática.

Al llegar el virus a mi país, con tristeza puedo decir que he sido testigo de una sociedad carente de valores y principios, el ser bueno se toma como moda y ni con un fenómeno de una magnitud tan grande evoluciona, pues los actos altruistas de ciertos personajes políticos en comunidades se volvieron actos de pre campaña con vistas a una candidatura. Líderes empresariales empezaron a priorizar las ganancias económicas más allá de la vida de sus empleados. Familias que viven en esferas económicas donde la cuarentena se volvió la mejor temporada de vacaciones y una de las fiestas más largas que hayan tenido, sin darse cuenta de la desigualdad en la que viven la mayoría de las familias de este país, donde la decisión está entre morir de hambre o morir de COVID-19.

También están quienes se aprovechan de la necesidad del momento y empezaron a vender equipos médicos, productos de sanidad y protección personal que se volvieron básicos para mitigar la pandemia, vendiéndolos de manera pirata o a precios exorbitantes. Familias en donde la esposa y los hijos debido al confinamiento están sufriendo constantes abusos, violencia y violaciones por parte de a algún familiar. También están los que pensaron que su vida exitosa no se vería mermada con la crisis económica que está generando la pandemia y al no lograr entender que existe una nueva realidad, les genera crisis emocionales que repercuten en estados de ánimo que están destrozando a sus propias familias. Otros son aquellos, a los que en particular les llamo los “opinadores” y analistas de ocasión, que se dedican durante el día a compartir mensajes de odio a través de las redes sociales, como diría Borges “Quizás sus pobres vidas rudimentarias no poseían otro bien que su odio y por eso lo fueron acumulando”, y nos lo están externando en este preciso momento. Por si fuera poco, también están los que piensan que todo ha sido una conspiración y el virus no existe, e irresponsablemente sin tener necesidad salen de sus casas contagiando a otros que ni la deben ni la temen.  Y los peores, aquellos que han asesinado, discriminado y violentado a personal de salud, aventándoles acido, golpeándolos, sobajándolos y mil cosas más, y que el día que lleguen a ocupar una cama en hospital con respirador, habrán olvidado lo miserable que fueron con los hombres y mujeres que estarán luchando en esos momentos por sus vidas, arriesgando las suyas.

Al parecer los menos, están siendo aquellos que han dedicado la cuarentena a su crecimiento espiritual y profesional, a compartir lo poco que tienen con aquellos que no tienen nada o simplemente a fortalecer lazos familiares y de pareja.

Ojalá podamos decir al terminar la pandemia con toda certeza la frase: “Los buenos somos más” y que de acuerdo Erich Fromm, el hombre ha sido deshumanizado al no saber controlar sus impulsos.

Ivette Salazar Marquez

Lic. en Derecho,

Mtra. En Criminología

con estudios en bioética y políticas públicas.