*Tributo de Malinterpretados.
«Por ti Me ha dado por llorar como el mar _Me he puesto a sollozar como el cielo Me ha dado por llorar».
Una ruptura tendría lugar en los años que seguirían a la filmación de los caifanes. Era diciembre de 1966 y el simbolismo que envolvía esta historia anunciaba el preludio de lo que enseguida vendría. La época en la que por primera vez, un sector de la población, el de la juventud, participaría de manera organizada y consciente en un movimiento social que años después cambiaría la historia de nuestro país.
La efervescencia que se gestaba en el momento vería nacer a una de las figuras más representativas de la trova en México: Óscar Chávez, que dicho sea de paso, siempre las podría todas, hasta el día de su partida.
«Como dijo Pedro Infante esa cosa de la diferencias sociales, no lo dejan a uno aventarse», decía el mítico personaje del «Estilos» a Paloma. Pero no era solo la conquista, sino la denuncia de la desigualdad prevaleciente, a la que Óscar Chávez le cantaría siempre.
El compromiso social nace para todos en un momento determinante, y para él, fue el movimiento estudiantil del 68, «cantaba mientras los tanques nos sacaron del Zócalo»- dijo.
Por eso, sus conciertos en esa y otras épocas derivaban en mitin. Expresaba no solo el sentir de los azotados por el amor, sino que, además,
representaba el sentir del mexicano que en la catarsis de sus tocadas se unía a la sátira, a la crítica mordaz, a la denuncia y a la nostalgia de la música de años pasados.
Su figura mítica que se forjó en el teatro, en el cine y en las calles, enfrentó otra batalla contra todo lo impuesto que traía consigo la ola inglesa y americana en la época de los 60 y en adelante. Quizá sin proponérselo, ademas de su lucha contra el autoritarismo y la falta de libertad; fue gran representante de la contracultura. Cantar en español sin hacer cover y al tiempo rescatar canciones de otras épocas, ser cantautor y musicalizar poemas, empuñar las causas para darle voz lo convierten en uno de los imprescindibles al que habrá que reivindicar siempre.
Óscar Chávez dijo ser siempre de izquierda. Son de los que dicen haciendo; sus acciones y dichos lo constatan. Como juarista dio voz con su música a lo sucedido en la época, criticó al gobierno emanado de la revolución y fue la revolución en 1968. Señaló el presidencialismo e hizo pedazos al neoliberalismo con su letra. Un punto de inflexión fue su apoyo al zapatismo y hasta el final su respaldo al Sub Comandante Galeano; lo llevó al sectarismo y a no ver a una parte de la izquierda que fue aglutinando a miles de personas desde el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, y que desembocó en el primer gobierno de izquierda de este siglo. Recuerdo que en un concierto en Ecatepec el entonces Presidente Municipal José Luis Gutiérrez Cureño (2007) le pidió en medio de un ambiente festivo y de lucha, que mandara un saludo al Presidente Legítimo de México, pero su silencio adusto dejó a los asistentes incluyéndome, con la sensación de vacío.
Quizá habrá que respetar su postura sin dejar de cuestionarla. Así fue su canto y su música, cuestionar y proponer.
Por el Caifan que todos llevamos dentro, por el revolucionario que nos invitó a seguir, por el canto que se volvía fiesta y que derivaba en mitin, por el amor de la Niña de Guatemala, por Macondo, por los estudiantes del 68, por la Alta Traición, por los que denunciamos contigo que nuestro país se vende, por las veces que cantamos juntos, por que de algún modo siempre se esta fuera de esta mundo, por los malinterpretados, por la resistencia, por el amor, para tí, por ti, esta vez, va por ti Óscar.
Y este poema que musicalizaste para decirte Hasta Siempre:
Amemos
Si nadie sabe ni por qué reímos
ni por qué lloramos;
si nadie sabe ni por qué vinimos
ni por qué nos vamos;
si en un mar de tinieblas nos movemos,
si todo es noche en derredor y arcano,
¡a lo menos amemos!
¡Quizás no sea en vano!
Hasta siempre y adelante querido Óscar!!!