La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó un ambicioso plan de desarrollo económico, que busca posicionar al país entre las diez economías más grandes del mundo y recuperar la producción nacional en un contexto de incertidumbre por la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
El plan fue presentado en una ceremonia en Ciudad de México, donde participaron altos funcionarios y directivos empresariales. Entre los objetivos más destacados se encuentra aumentar la inversión en el país, tanto pública como privada, al 30% del Producto Interno Bruto (PIB) para 2030, así como crear 1,5 millones de empleos especializados y aumentar la producción nacional de bienes, con la meta de que el 50% de lo que consume México sea fabricado en el país.
Otro de los puntos clave es la recuperación del sector industrial, con el objetivo de disminuir la dependencia de productos importados, especialmente de China, y posicionar a México como un actor relevante en las exportaciones globales. Además, Sheinbaum planteó medidas para impulsar el turismo, con la meta de situar al país entre los cinco destinos turísticos más visitados del mundo.

El plan también incluye una serie de acciones inmediatas, como la reducción de los trámites para nuevos negocios de 2.5 a 1 año, la creación de 150,000 profesionistas y técnicos en sectores estratégicos, y el financiamiento de pequeñas y medianas empresas, que recibirán apoyo del gobierno y la banca privada.
Sin embargo, el plan ha generado tanto entusiasmo como escepticismo. Analistas económicos han destacado que las metas son claras y audaces, pero algunos señalan que falta un enfoque más detallado en el sector obrero y sindical. Otros, como el académico Carlos Pérez Ricart, expresan dudas sobre la suficiencia de los recursos para llevar a cabo estas propuestas.
Además, Sheinbaum presentó la creación de 12 «Polos de Bienestar», zonas estratégicas donde se fomentará la industria local aprovechando los recursos disponibles en cada región del país. Este enfoque busca equilibrar el desarrollo económico, con un enfoque especial en las necesidades de las comunidades locales.
A pesar de las críticas, el plan ha sido recibido con optimismo, ya que plantea una visión a largo plazo para el país, que busca adaptarse a los retos económicos globales y fortalecer su independencia productiva. La implementación exitosa de este ambicioso proyecto dependerá de la capacidad del gobierno para gestionar la inversión, mejorar la infraestructura y garantizar la capacitación de la fuerza laboral.
