Hace una semana, Israel lanzó un ataque directo contra instalaciones estratégicas en Irán, lo que detonó una de las mayores escaladas militares en Medio Oriente en décadas. El ataque israelí golpeó el corazón del programa nuclear iraní, provocando una respuesta inmediata y contundente: una lluvia de misiles por parte de Irán, algunos de los cuales lograron superar la defensa aérea israelí conocida como la “Cúpula de Hierro”.
Este nuevo episodio de violencia entre ambas naciones no es un conflicto aislado, sino parte de una tensión acumulada durante décadas por cuestiones religiosas, ideológicas, militares y nucleares. La situación actual se agrava por el uso de armamento avanzado, como misiles hipersónicos por parte de Irán, lo que representa un riesgo significativo para la estabilidad regional y global.

El trasfondo: programa nuclear, geopolítica y poder militar
Irán afirma que su programa nuclear tiene fines pacíficos, pero tanto Israel como Estados Unidos han sostenido que Teherán busca fabricar una bomba nuclear. Esta sospecha ha estado presente desde los años 90, y pese a que Irán aún no ha detonado ningún artefacto, los avances en su tecnología y el conocimiento acumulado son considerados una amenaza existencial por Israel.
Por otro lado, el conflicto se desarrolla en una zona estratégica para el flujo energético mundial. Irán se encuentra en una ubicación clave: limita con siete países y controla el acceso al estrecho de Ormuz, por donde circula casi el 20 % del petróleo global. El control o bloqueo de esta vía tendría consecuencias económicas internacionales inmediatas.
El papel de Estados Unidos y las potencias globales
Estados Unidos ha movilizado portaaviones y destructores a la región, patrullando el golfo de Omán y el mar Rojo. La tensión podría escalar si se autoriza un ataque más directo contra Irán, como el que se rumorea que planea Israel contra el líder supremo, Alí Jamenei. Una autorización que, según fuentes diplomáticas, estaría condicionada por una posible intervención política de Donald Trump.
Cualquier acción directa por parte de Estados Unidos podría abrir un nuevo frente de guerra, afectar gravemente el suministro mundial de petróleo y provocar una respuesta militar por parte de otras potencias como Rusia o China.
Actores involucrados y posibles escenarios
El conflicto no es solo entre dos países. También están involucrados indirectamente Rusia, China, la Unión Europea, Reino Unido, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Egipto, Turquía, y grupos como Hezbolá, Hamás y los hutíes. La complejidad del tablero convierte este conflicto en una potencial amenaza para el orden internacional.
En las próximas semanas, las decisiones que tomen líderes como Benjamin Netanyahu, el ayatolá Jamenei, Donald Trump o Joe Biden podrían definir no solo el rumbo de esta guerra, sino la estabilidad de todo el Medio Oriente y sus repercusiones a nivel global.