México protagoniza un «nuevo TLC» sin firmar un solo papel: se consolida como la base productiva de Norteamérica

PorYael Díaz

20 de mayo de 2025 ,

A más de tres décadas del nacimiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y casi cinco años después de la entrada en vigor del T-MEC, México vive una transformación comercial silenciosa, sin nuevos tratados, pero con efectos profundos: hoy es la base estratégica de manufactura, distribución y logística de América del Norte.

De acuerdo con datos recientes, México fue el principal socio comercial de Estados Unidos en 2024, superando a potencias como China, Alemania y Japón. Sus exportaciones alcanzaron los 588,000 millones de dólares, y más del 84 % tuvieron como destino EE.UU., lo que confirma una integración económica sin precedentes en la historia reciente del país.

Nearshoring: el motor no oficial del nuevo tratado

Impulsado por la necesidad global de acortar cadenas de suministro y garantizar la resiliencia post-pandemia, el fenómeno del nearshoring ha tomado fuerza en México. Empresas de todo el mundo han elegido al país como destino para instalar operaciones industriales más cercanas a sus mercados clave, especialmente frente al contexto de incertidumbre global, tensiones comerciales y el regreso de políticas proteccionistas en EE.UU. con la administración de Donald Trump.

México, por su posición geográfica estratégica, red de tratados comerciales, costos competitivos y mano de obra calificada, se ha convertido en una de las opciones más atractivas para el establecimiento de nuevas inversiones en manufactura avanzada, tecnología, agroindustria y automoción.

Un tratado no escrito, pero ya en marcha

Aunque no existe un nuevo acuerdo formal, lo que muchos analistas ya llaman el “nuevo TLC” se está firmando con hechos: empresas que reubican plantas, cadenas globales que redibujan rutas, y decisiones que consolidan a México como hub industrial de Norteamérica. Es un tratado no redactado ni firmado, pero real en sus consecuencias.

La oportunidad, sin embargo, también implica responsabilidades clave para el país:

  • Fortalecer el estado de derecho,
  • Brindar certeza jurídica a las inversiones,
  • Ampliar la infraestructura logística,
  • Y facilitar el acceso a financiamiento, especialmente para las pymes, que generan más del 52 % del PIB y emplean a 21 millones de personas.

El momento de liderar, no solo participar

Los fundamentos están puestos para que México no solo sea parte de este cambio, sino que lo lidere. El país puede consolidarse como un socio confiable, competitivo y estratégico para el mundo si logra combinar su vocación exportadora con una política pública que garantice eficiencia, transparencia y desarrollo sostenible.

Lo que está en juego no es simplemente un ciclo económico favorable, sino la posibilidad real de que México se redefina dentro de la economía global: como productor de calidad, socio predecible y centro logístico clave para una nueva etapa del comercio internacional.

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