En un acto de extrema violencia, al menos 163 mujeres fueron violadas y quemadas vivas durante una fuga masiva de la prisión central de Goma, en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC). La fuga ocurrió cuando el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) tomó el control de la ciudad, lo que desató una serie de atrocidades y crisis humanitaria.
Según un informe de la Misión de Paz de la ONU, la fuga involucró a más de 3,000 prisioneros. Las víctimas, muchas de ellas mujeres que estaban detenidas por crímenes de violencia sexual, fueron brutalmente atacadas. La cárcel, que también fue incendiada, albergaba a una gran cantidad de reclusas, y algunas fueron asesinadas de manera indescriptible.

La ministra congoleña de Derechos Humanos, Chantal Chambu Mwavita, reveló estos espantosos detalles ante el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) en Ginebra, subrayando que los ataques fueron cometidos durante la ofensiva del M23 y el incendio que arrasó la prisión. «Se violaron los derechos de 163 mujeres, quienes fueron quemadas vivas mientras se encontraban en prisión», afirmó Mwavita.
Este acto de violencia se enmarca dentro de una serie de abusos cometidos por el M23, un grupo armado que ha intensificado sus ataques en el este del país, apoyado por el ejército de Ruanda, según las acusaciones del gobierno congoleño y las observaciones de la ONU. La situación en Goma sigue siendo crítica, con la guerra entre los rebeldes y el Ejército congoleño causando más de 3,000 muertos y desplazando a cientos de miles de personas.

La ONU ha iniciado una investigación sobre estas atrocidades, con el Consejo de Derechos Humanos aprobando una resolución para indagar en los crímenes cometidos durante este conflicto, que sigue escalando. La resolución fue adoptada después de una sesión extraordinaria, en la que se destacó la necesidad urgente de tomar medidas contra los perpetradores de estos crímenes.
Los esfuerzos para proteger a las víctimas de la violencia sexual se han visto gravemente socavados debido a la intensificación de los ataques, tanto por parte del M23 como de las tropas ruandesas, quienes han centrado sus esfuerzos en atacar a civiles y causar una mayor devastación en la región. Mientras tanto, la situación humanitaria continúa empeorando, con hospitales bombardeados y miles de personas atrapadas en un conflicto sin fin.