Un estudio realizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ha revelado los distintos perfiles psicológicos que adoptan los sicarios en México, así como su papel fundamental dentro de las estructuras operativas del crimen organizado.
Titulado “Perfil del sicario en México”, el análisis identifica factores psicosociales complejos detrás de quienes participan en el asesinato por encargo: ausencia de referentes éticos, exclusión social, entornos violentos y, en algunos casos, trastornos psicopáticos o motivaciones sádicas.
“La figura del sicario no responde únicamente a la necesidad económica, sino a un sistema cultural que ha normalizado y mercantilizado el homicidio”, explicó la académica Arcelia Ruiz Vázquez, quien encabezó la investigación.
Cuatro rostros del sicariato
La investigación, basada en entrevistas con 21 especialistas —13 psicólogos y 8 criminólogos— de seis estados del país, identifica cuatro perfiles principales de sicarios:
- Sicario marginal: ejecuta por dinero, con poca implicación emocional o ideológica. Suele ver el asesinato como un oficio más.
- Sicario antisocial: motivado por lealtades a grupos o causas. Generalmente proviene de entornos familiares disfuncionales, con antecedentes de violencia, crimen o consumo de drogas desde la infancia.
- Sicario psicopático: presenta rasgos como impulsividad, frialdad emocional y ausencia de remordimiento. Puede mostrar altos niveles de inteligencia y capacidad estratégica, lo que le permite ascender rápidamente dentro de las jerarquías criminales.
- Sicario sádico: encuentra placer psicológico en el sufrimiento ajeno. No mata solo por dinero o lealtad, sino por el goce que le produce la tortura y la muerte. Es el perfil más extremo.
En todos los casos, el contexto social juega un papel determinante, ya sea como disparador del comportamiento delictivo o como caldo de cultivo para la radicalización criminal.
Narcotráfico: el quinto empleador más grande de México
Un estudio publicado en 2023 por la revista Science, a cargo de los investigadores Rafael Prieto Curiel y Gian Maria Campedelli, estimó que entre 160,000 y 185,000 personas trabajan actualmente para organizaciones criminales en México, lo que convierte al narcotráfico en el quinto empleador más grande del país.
Este fenómeno de reclutamiento masivo responde, principalmente, a la marginación y falta de oportunidades económicas, y se ha intensificado tras la pandemia y en medio de un clima de violencia estructural.
Según el análisis, en 2022 los cárteles necesitaron reclutar al menos 370 personas por semana para sostener su capacidad operativa, debido a la pérdida constante de integrantes por enfrentamientos, detenciones y muertes.
Reducir el reclutamiento, no solo arrestar
Los modelos matemáticos empleados en el estudio mostraron que reducir el reclutamiento criminal tiene un mayor impacto en la disminución de la violencia que aumentar las detenciones.
“Incluso si el reclutamiento se frenara por completo, tomaría tres años regresar a los niveles de violencia registrados en 2012”, alertan los autores.
El estudio concluye que el freno estructural al ingreso de nuevos miembros en las organizaciones delictivas debe ser una prioridad estratégica, lo cual implicaría rediseñar políticas públicas, alejarse del enfoque exclusivamente punitivo y apostar por programas de prevención, oportunidades laborales y justicia social.

